Compartimos la mirada...

jueves, 19 de julio de 2012

Palta!





Nos reuníamos a escribir con más o menos inspiración,más o menos talento o ganas.
A veces salían cosas increíbles,cuentos redondos,relatos apasionantes o surrealistas.
Un día una de las chicas escribió por título "Palta".Lo que relató después era una noche de reviente,que nada tenía que ver con el título.
_Por que "Palta",pregunté ingenua como siempre,creyendo que todo tiene alguna posible explicación racional.
_Ni idea!,respondió ella con su lógica perfectamente ilógica.
Claro que si le hubiera puesto "noche de reviente",yo ya me habría olvidado del cuento,incluso de ella.
Ella viajaba por un camino diferente al de los demás.
A veces eso se llama genialidad,otras locura.
Al comienzo pensé seriamente que estaba chiflada,aunque nunca dejé de verla como una loca linda.
Me sugirió que comenzara a vestirme de naranja,violeta y azul,por alguna cuestión del "aura" supongo,algo que ella estudiaba minuciosamente en las personas.
Mi aura estaba descolorida y yo insistiendo en vestirme de negro.A lo sumo beige o gris.
De todas formas siempre que me veía me decía:_Hola hermosa!
Eso cae bién aunque una ese día se vea o se sienta un espantapájaros!
A veces teníamos que leer lo que habiamos escrito y ella "hacía que leía",pero yo miraba de reojo su cuaderno y estaba en blanco.
Se reía y contaba unas historias muy extrañas.
Pero no estaban mal.
Los demás que cumplíamos la tarea,nunca teníamos para leer nada tan creativo.
Por eso,nunca me voy a olvidar de vos "Palta".








domingo, 15 de julio de 2012

viernes, 13 de julio de 2012

Dos al hilo!




Dos de mis mùsicos preferidos,con dos temas que me encantan.

Disfruten!

jueves, 5 de julio de 2012

Ni título tengo!

Ultimamente no se si por falta de tiempo o de musas,no escribo demasiado y mas bien elijo canciones,poesias,cuentos que me gustan y los comparto.
Siento que eso también es una forma de expresarme y a la vez,armo una especie de rincón propio,como un "refugio" ya que puedo entrar aquí y ver cualquiera de los post y sentirme acompañada o contenta por un rato.
Es la música que me gusta,la lectura que adoro.
Tal vez pronto las musas regresen o no...quién sabe?
El taller de escritura parece que no me ayudó,así que no voy a ir más.
Me sale mejor escribir sin propuestas,sin consignas.
Tal vez fue eso.
O que me engripo seguido en invierno...Aunque los días feos me inspiran una enormidad.
El sol también,pero los días frios y lluviosos tienen un encanto para quien escribe.
Si voy dejando de toser y estornudar,cosa que de seguro auyenta las musas,tal vez algún soplo de inspiración regrese a mi y algo bueno salga...Cada tanto sucede que uno siente deseos de escribir pero no se le ocurre qué,verdad?
Siento deseos de escribir algún cuento,una poesía o incluso una canción!
Pero solo queda la sensación y cuando me siento a escribir,nada.
Me consuelo pensando que es el resfrio,el apuro,las cuentas para pagar que se vencen...
_Mañana si!,me digo.
Pero el mañana no existe y mis palabras se esconden.
_Cuento hasta diez,atorrantas! les grito.Piedra libre! Ya las veo!
Mentira.
No las veo ni las oigo ni las siento.
Solo un silencio mortal me inunda y tal vez el eco de mi estornudo o de un llanto disfrazado de ojo vidrioso.
Un poco más y sale una lágrima...quien sabe?
A veces de una lágrima bien gorda sale un poema.





El cuadro lo pinté hace mucho.


Continuidad de los parques



      Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
    Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.





de"Final de Juego"

domingo, 1 de julio de 2012

Paisaje





Dedicado a mi mamá porque le encantó esta peli!!!!